viernes. 29.03.2024

Hace siete años, Brasil sacaba pecho por la nominación de Rio como ciudad sede de los Juegos de 2016. No imaginaban en aquel momento de euforia lo que ocurrió después. Cómo fue engordando la bola de nieve de los problemas... y lo que te rondaré. Los primeros Juegos en Sudamérica dan una sensación de work in progress que probablemente se va a mantener hasta el día de la clausura.

Dejando aparte la alarma mundial por el zika y por la amenaza terrorista, la deficiente y apresurada finalización de las instalaciones, la basura flotando en la bahía de Guanabara, la inauguración a última hora de la línea 4 del Metro (que no lleva al Parque Olímpico, sino a una terminal desde la que hay que tomar un autobús para llegar), estos son los Juegos de Pepe Gotera y Otilio. No pasa inadvertido a periodistas como la veterana Paloma del Río, de RTVE:

@palomadelrioTVE Buses que se pierden, pantalán que se hunde, algas en la piscina, transporte caótico... Me están empezando a dar pena, en serio.

Cada cita olímpica tiene sus problemas, y Rio no iba a ser una excepción. Pero está enfrentándose a más que cualquier otra en la historia reciente, incluida la de Atenas’04, a cuyo Comité Organizador pilló el toro de la construcción de las instalaciones, pero que luego transcurrió razonablemente. A la hora de comparar, los periodistas veteranos del olimpismo se remontan a Atlanta’96, donde se acumularon problemas de traslados, fallos en el sistema informático, deficiente suministro de resultados... y finalmente, el ataque en el Centennial Olympic Park, la explosión de la bomba colocada por el terrorista estadounidense de ultraderecha Eric Robert Rudolph que causó la muerte de un espectador, e indirectamente la de un camarógrafo turco que sufrió un infarto; otras 111 personas resultaron heridas.

En Rio'2016 Pepe Gotera y Otilio no darían abasto con sus chapuzas a domicilio. El modus operandi del país se ha trasladado a los recintos y al operativo olímpico. He aquí ocho patinazos por los que será recordada la cidade maravilhosa:

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8.- La plataforma de nado en aguas abiertas

Ha sido el último fiasco. La estructura de la plataforma desde donde tenía que partir la prueba en la que compite la española Erika Villaécija. El inmenso bloque de cemento se quedó varado en la orilla. Los bañistas alucinaron tanto como los deportistas, los técnicos y la organización.

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7.- El agua verde de la piscina de saltos ornamentales

El agua del centro acuático Maria Lenk cambió, de pronto, de color. Se descartaron riesgos para la salud de los competidores, por los que dos pruebas de clavados se disputaron en agua verde. "Huele como si alguien se hubiese tirado un pedo", escribió el saltador alemán Stephan Feck en su muro de Facebook.

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Lo del "olor a pedo” podría parecer una exageración, pero lo cierto es que finalmente fue cerrada. Para completar el despropósito, tuvo que ser vaciada también la piscina grande. Su agua, teñida del mismo color verdoso. Se transfirió agua limpia de una piscina aledaña a tiempo para la competición de natación sincronizada. Se echa la culpa a la empresa contratada para el mantenimiento, que añadió 160 litros de peróxido de hidrógeno al agua, lo que neutralizó el cloro y propició el crecimiento de las algas. Verde que te quiero verde... Para ponerse colorado.

6.- Los conos.

Son el mejor ejemplo de la improvisación. Un día es de una manera, y al siguiente de otra. O metemos el vehículo por aquí o lo metemos por allá. Los ves por todas partes. Tamaño estándar, salvo los que colocan los militares, que son más grandes. Como nada está claro, ponemos un cono aquí o otro allí, y ya veremos. Hay operarios cuya jornada de trabajo empieza y acaba de la misma manera. Moviendo conos. En este empleo, por cierto, también hay cadena de mando.

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5.- Los voluntarios.

Salvo su buena voluntad, su papel está siendo más que cuestionado. Su conocimiento inicial era mínimo. No sabían dónde, ni cuándo, ni cómo ni porqué. Los hay de muchos países, y su comportamiento varía. Desde los que se relajan y se dedican a ver las competiciones, hacerse fotos y selfies, a los que se ponen tan estrictos y se lo toman tan en serio que parece que fueran parientes de Thomas Bach. Como la vida misma. Y todo el mundo se pregunta por el dineral que han debido costar tantos miles de uniformes. No todo se resuelve con una sonrisa. Hay que ser eficaces.

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4.- El transporte.

Dársenas inhóspitas, paradas mal señalizadas, conductores que desconocen el camino o lo varían... La organización pide a los periodistas que no crucen por donde no deben, cambia los itinerarios para mejorar... En fin, una pesadilla para la organización, que se enfrentaba a un reto de movilidad mayúsculo y no ha sabido garantizarlo. Todo el mundo tiene una aventura que contar, sobre la confusión de los taxistas o la lentitud de los autobuses. O el ataque a pedradas contra un vehículo de prensa. El desbarajuste no solo afecta a los periodistas. El perjuicio está siendo grande también para los atletas. Tuvo que retrasarse una prueba de natación porque un autobús llevó a varios participantes al Estadio de atletismo, en lugar de a la piscina. También lo sufrieron, entre otros, el equipo de hockey femenino español, cuyo autobús las dejó tiradas y tuvieron que retrasar desde Deodoro a la Villa en una transporte prestado por Canadá, e incluso Mireia Belmonte, quien, después de ganar la medalla de oro, tuvo que esperar sentada en el suelo a que llegara el autobús.

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En los últimos días, la wi-fi de los vehículos de prensa, que tanto se usa para aprovechar el tiempo en los trayectos entre las sedes olímpicas y el Centro de Medios, ya no funciona. Han petado, vamos.

 

3.- La seguridad.

No se trata de que haya o no haya seguridad. Es que es una seguridad variable. En los alrededores del estadio de voley-playa de Copacabana, escaparate prioritario de la ciudad, hay vehículos y militares armados cada cincuenta metros. Sensación de seguridad, hay. Pero en Pontal, donde se disputaron los veinte kilómetros marcha, aún habiendo seguridad, estaba tan relajada que no habría sido demasiado complicado acceder al circuito y reventar la prueba.

Y luego están los jubilados. Esa Força Nacional en chándal, ex-policías y ex-militares reclutada a última hora, que se encarga de revisar mochilas en los accesos, y hacer bulto en los pabellones. Inglés, ni una palabra. Para eso ya están los voluntarios. En este gremio, como en el de los voluntarios. Desde los que aún creen que están de servicio, a los que ponen cara de "¿qué hago yo aquí, pudiendo estar tomando una Brahma en la bar de mi barrio".

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Al poco de abandonar el aeropuerto, el equipo de baloncesto de China se vio envuelto en un tiroteo. Fueron interceptados por un grupo de personas que comenzó a disparar. La escolta pudo repeler el ataque y ningún miembro de la delegación resultó herido. Los jugadores comenzaron a hacer fotos que colgaron después en las redes sociales. Además, dos entrenadores australianos fueron asaltados, así como un medallista belga y un ministro de educación portugués. Eso sí, la Viila Olímpica es un búnker.

 

2.- El carril-bici

Tan vistoso como peligroso. La ciclovía bautizada con el nombre del mítico músico de soul cariocaTim Maia -que discurre paralela a la Avenida Niemeyer, la carretera que une Leblon y Sao Conrado-, quedará marcado para siempre por el colapso de un tramo de cincuenta metros, que provocó la muerte de dos personas. Un "error de proyecto", dicen expertos, porque se previó la "fuerza excepcional" del mar. Una bofetada a la credibilidad de la Ciudad Olímpica. 

Estos días casi nadie usa este carril. Ni ciclistas ni paseantes "disfrutan" de estos cuatro kilómetros con increíbles vistas al mar y las islas Cagarras, que costó algo más de 10 millones de euros. 

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1.- El Parque Olímpico.

No hay nada que hacer en un recinto tan grande como soso. No hay actuaciones, ni pantallas gigantes, ni actualización de resultados, ni horarios de competiciones. Solo música a todo trapo, Por no haber, no hay ni sombras para refugiarse del sol o zonas a cubierto para protegerse de las tormentas. 

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El último incidente -de momento- ha sido la caída de una cámara "spider" (que ofrece vistas aéreas del parque) en la zona próxima a la Arena Carioca 1, donde se disputa el torneo de baloncesto. Resultado: tres heridos leves.

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La histeria sobre el zika se ha atenuado, no ha habido ataques terroristas, y parece que solo un regatista ha sufrido los efectos de la contaminación de las aguas.

Se temía el desastre, y se ha evitado un desastre mayúsculo, porque los atletas, con sus memorables actuaciones, hacen olvidar todo lo demás. Pero la samba no lo arregla todo.El COI hace la vista gorda, no ve problemas, y las retransmisiones de televisión ofrecen el esplendor deportivo de un evento cuyos organizadores habrían de ser colocados, irremediablemente, en el pelotón de los torpes.

Las ocho chapuzas de Rio'16