sábado. 20.04.2024
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Parte del equipo olímpico español fotografiado en el aeropuerto de Barajas antes de salir hacia Tokio. Flikr / COE

La población que desarrolla su actividad deportiva en España bajo el paraguas de lo que se entiende por “alto rendimiento” o “alto nivel” representa un número limitado: 5.483 deportistas. Por tanto, es un número pequeño si se compara con los 25 millones de personas que, aproximadamente, realizan deporte amateur.

Los deportistas de elite ejercen un papel de enorme calado en el ámbito de la representación institucional y la identidad colectiva de federaciones y territorios, puesto que representan a los deportistas, los clubes, las ciudades y al país en las grandes competiciones. Hablamos de campeones mundiales y medallistas olímpicos, futbolistas, tenistas, ciclistas y deportistas de otras disciplinas, de primera división o división de honor.

Una situación inédita en la historia moderna

Muchos de ellos, recordémoslo, en el tiempo de confinamiento –entre el 15 de marzo y el 21 de junio de 2020–, pero también durante un largo periodo de crisis sanitaria, sintieron truncadas las expectativas de continuidad en sus trayectorias deportivas debido a la parálisis experimentada en el deporte.

Una situación inédita en la historia moderna que obligó a quienes practican deportes a este nivel a permanecer confinados en sus hogares durante casi dos meses, con la suspensión de todos los entrenamientos y pruebas deportivas, las grandes ligas y los campeonatos.

Habría que situar en un primer plano a los deportistas olímpicos españoles que participan en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. Durante los meses de confinamiento, estuvieron entrenando en casa, sufriendo una gran inquietud por su futuro, dado que el coste de oportunidad de la carrera deportiva es alto (a nivel personal, familiar, formativo y profesional).

La situación vivida durante el confinamiento fue de inquietud extrema, porque muchos de ellos vieron interrumpidos sus calendarios de entrenamiento y competición, sin la suficiente ayuda de equipos técnicos y sin acceso a equipamientos deportivos más que los básicos de muchos hogares (mancuernas, gomas elásticas, bicicletas estáticas, etc.), al encontrarse aislados en su residencia.

Gracias a la investigación realizada por un equipo de la Universidad Pablo de Olavide, pudimos conocer cómo afectó el confinamiento a un porcentaje importante de los deportistas olímpicos españoles, en su mayoría de natación y remo.

Se obtuvo la respuesta de 88 deportistas –que representan el 23% del total de los olímpicos españoles–, a los que se les administró el cuestionario “Reacciones emocionales y adaptativas en el confinamiento COVID-19 (REACOVID-19)”. A través de este cuestionario se les consultó sobre sus condiciones de vida, hábitos de entrenamiento diario y adaptación psicológica, cognitiva y emocional.

El compromiso de los deportistas

Los resultados muestran el compromiso de estos deportistas con sus metas deportivas y su responsabilidad al respetar las indicaciones de confinamiento. El 67% afirmaba no haber salido de casa durante 96 días. En tales circunstancias extremas, todos los deportistas entrenaron de forma autónoma durante el confinamiento. Todos, con independencia del tamaño de sus viviendas y contaran o no con espacios adecuados, y disfrutaran o no de apoyo y seguimiento de entrenadores o técnicos.

Unos entrenaron más horas (incluso más de 16 horas semanales), otros menos (entre 5 y 7 horas a la semana), pero todos se esforzaron por entrenar pese a la falta de materiales (de los que carecían entre 6 y 7 de cada 10 deportistas), o la ausencia de información de sus federaciones. Hablamos, además, de unos deportistas con una peculiaridad, puesto que en su mayoría necesitan instalaciones acuáticas para sus ejercicios, lo que hace más valiosa su dedicación, más aún cuando son personas que compiten al más alto nivel.

Pese a vivir un contexto de tal presión –para mayor preocupación, casi 4 de cada 10 deportistas vieron cómo alguno de sus familiares perdía su trabajo–, la mitad afirmó que no tuvo dificultad para mantener la motivación por el entrenamiento y casi 8 de cada 10 expresaban haberse organizado con “mucha” o “bastante” facilidad para lograrlo.

El colofón a este comportamiento es la posición responsable, tanto para cumplir de forma unánime las indicaciones de aislamiento en casa, como incluso posicionarse a favor de la suspensión de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, pese al perjuicio personal y profesional de quienes aspiraban o se encontraban llamados a participar en tales Juegos.

Teniendo en cuenta el coste de oportunidad personal y profesional que implica tener una carrera deportiva, la reacción de los deportistas desde el punto de vista de la motivación pone en evidencia la fortaleza del carácter y la voluntad de estos en sus objetivos deportivos. Igualmente muestra el compromiso en sus responsabilidades para con la representación institucional del deporte, incluso en las condiciones más duras y difíciles.

De una madera especial

La investigación permite confirmar aquello que a menudo bulle en el imaginario colectivo: que los deportistas están hechos de una madera especial. Analizados los datos, queda patente el compromiso con sus metas deportivas y su responsabilidad al respetar las indicaciones de confinamiento. Mantenerse entrenando sin la certeza de un calendario de competiciones no es tarea fácil.

Y, ciertamente, es difícil dejar de advertir que, cuando en una sociedad en la que a diario se comprueba que individuos con todos los recursos a su alcance carecen de motivación y falta de orden para cumplir con sus responsabilidades, verificar que existen situaciones inversas como la de estos deportistas representa un estímulo digno de ejemplo para el conjunto de la sociedad.

Con todo, la investigación ofrece la oportunidad comedida de conocer un poco mejor a nuestros deportistas en la peor de las circunstancias posibles y en coyunturas no vividas ni conocidas hasta ahora.The Conversation

David Moscoso Sánchez, Profesor Titular de Sociología, Especialista en Sociología del Deporte, Universidad Pablo de Olavide; David Alarcón, Profesor de Psicología, Universidad Pablo de Olavide y José Carlos Jaenes Sánchez, Profesor de Psicología de la Actividad Física y el Deporte, Universidad Pablo de Olavide. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

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